El movimiento del cuerpo es posible gracias a que tenemos huesos y músculos, pero... con esto no alcanza!
Si no tuviéramos articulaciones no podríamos, por ejemplo, sentarnos o arrodillarnos.
El ser humano es un ser articulado, nuestros brazos y piernas pueden desplazarse en relación a otras partes del cuerpo. Estos movimientos son posibles gracias a las articulaciones: uniones entre huesos que permiten al esqueleto adoptar distintas posturas, y así desplazarnos, movernos.
Las articulaciones también forman estructuras que protegen órganos, por ejemplo: los huesos del cráneo articulan entre sí formando una sólida protección para los órganos del encéfalo.
El buen estado de las articulaciones facilita la vida y la armonía de los movimientos. Existen articulaciones que poseen gran amplitud de movimientos (hombro, cadera, etc.), otras son de movimientos más restringidos (articulación entre vértebras), y algunas no permiten movimiento alguno (cráneo adulto).
Se encuentran generalmente entre huesos planos, produciéndose una unión estable que no permite el movimiento. Los huesos se unen directamente entre sí mediante bordes con entrantes y salientes, formando una sutura. Por ejemplo, encontramos este tipo de articulación en los huesos que conforman el cráneo y la cara.
En este tipo de articulación los movimientos son limitados y de poca amplitud. Un ejemplo claro lo encontramos en la columna vertebral. Las vértebras se encuentran separadas por discos intervertebrales que permiten los movimientos de flexión, giro o extensión de la columna.
Se caracterizan por:
Se caracterizan por la diversidad y amplitud de los movimientos que permiten a los huesos, es decir, son muy móviles y también complejas, por ejemplo: hombro, cadera, rodilla.
Todas tienen en común:
Si no tuviéramos articulaciones no podríamos, por ejemplo, sentarnos o arrodillarnos.
El ser humano es un ser articulado, nuestros brazos y piernas pueden desplazarse en relación a otras partes del cuerpo. Estos movimientos son posibles gracias a las articulaciones: uniones entre huesos que permiten al esqueleto adoptar distintas posturas, y así desplazarnos, movernos.
Las articulaciones también forman estructuras que protegen órganos, por ejemplo: los huesos del cráneo articulan entre sí formando una sólida protección para los órganos del encéfalo.
El buen estado de las articulaciones facilita la vida y la armonía de los movimientos. Existen articulaciones que poseen gran amplitud de movimientos (hombro, cadera, etc.), otras son de movimientos más restringidos (articulación entre vértebras), y algunas no permiten movimiento alguno (cráneo adulto).
Articulaciones INMÓVILES
Se encuentran generalmente entre huesos planos, produciéndose una unión estable que no permite el movimiento. Los huesos se unen directamente entre sí mediante bordes con entrantes y salientes, formando una sutura. Por ejemplo, encontramos este tipo de articulación en los huesos que conforman el cráneo y la cara.
Articulaciones SEMIMÓVILES
En este tipo de articulación los movimientos son limitados y de poca amplitud. Un ejemplo claro lo encontramos en la columna vertebral. Las vértebras se encuentran separadas por discos intervertebrales que permiten los movimientos de flexión, giro o extensión de la columna.
Se caracterizan por:
- Las superficies de los huesos que toman contacto entre sí están revestidas de cartílago.
- Tienen formaciones fibrosas que se interponen entre ambos huesos, por ejemplo los discos intervertebrales.
- Están reforzadas por ligamentos.
Articulaciones MÓVILES
Se caracterizan por la diversidad y amplitud de los movimientos que permiten a los huesos, es decir, son muy móviles y también complejas, por ejemplo: hombro, cadera, rodilla.
Todas tienen en común:
- Las superficies de los huesos que toman contacto entre sí están revestidas de cartílago.
- Los huesos están unidos por ligamentos y por una cápsula articular.
- Son lubricadas por el líquido sinovial, que se encuentra dentro de la cápsula sinovial.
Algunas articulaciones móviles tienen además unas almohadillas cartilaginosas, llamadas meniscos, que sirven de amortiguadores y mejoran la concordancia de los huesos.
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